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martes, 4 de agosto de 2009

Síntesis cultural de El Principito:un libro clave en nuestras vidas

María del Carmen Rodríguez el 03 Agosto 2009 en Kiosko del Mundo

EL PRINCIPITO QUE TODOS LLEVAMOS DENTRO (Magazine, El Mundo, España).
Si las personas fuésemos libros, la mayoría de españoles dice que sería El principito. Sesenta y seis años y 80 millones de copias vendidas después de su publicación, el relato de Saint-Exupéry aún fascina a generaciones de lectores. Su canto a la imaginación, su espíritu, precedente de lo que hoy llamamos autoayuda, y un lirismo, para sus también muchos detractores, cursi, lo explican. Un libro reciente desvela algunos de sus secretos.
SILVIA GRIJALBA
La Biblia, el Corán, El capital y El principito han estado durante años en los primeros puestos de la lista de los libros más vendidos en el mundo. La religión, el materialismo y los ideales. Los tres pilares que mueven a los seres humanos. La particularidad de El principito es que puede encontrarse en la estantería de los que tienen El capital en su despacho y en la de quienes guardan en la mesilla un ejemplar de la Biblia o el Corán. Desde que se publicó, en 1943, se han vendido 80 millones de ejemplares y ha sido el libro de cabecera de millones de personas que ven en él un pedazo de su infancia, y una lírica de tintes filosóficos (siempre positivos), cercana a lo que ahora puede llamarse un libro de autoayuda. Por supuesto, también tiene detractores, que tachan esta obra de ñoña.
Este cuento metafórico de un niño que vive solo en un planeta diminuto y del que cada cual cuenta una versión distinta del argumento porque es un relato metafórico, casi un oráculo, nunca deja de estar de actualidad. Cuando no se anuncia una posible serie de televisión, se descubre la identidad del piloto que abatió en 1944 el avión de guerra que pilotaba su autor, el francés Antoine de Saint-Exupéry, y que lo mató a la edad de 44 años. Últimamente está especialmente de moda por una serie de noticias sobre él, pero también por esa defensa de la ecología y esos consejos que ofrece. Sin olvidar que lo que propugna es el triunfo de la imaginación, un recurso esencial para estos tiempos. El año pasado, la Escuela de Escritores organizó una encuesta preguntando por “el libro que serías si las personas fuéramos libros”, y El principito encabezó el ranking, seguido de Rayuela (Julio Cortázar) y Cien años de soledad (Gabriel García Márquez).
CRÍTICA A LA SOCIEDAD ADULTA. Recientemente, se ha descubierto un manuscrito, valorado en 300.000 euros, donde Saint-Exupéry cuenta la experiencia que vivió en 1935, cuando su avión tuvo que hacer un aterrizaje forzoso en el desierto de Libia. Un hecho que sirvió de inspiración para El principito. Este hallazgo coincide con la publicación del libro La verdadera historia de El principito, donde se desvelan algunos aspectos muy íntimos de Saint-Exupéry y de la gestación de este libro.
¿Por qué gusta tanto El principito? Raquel Gisbert, editora de Temas de Hoy, del grupo Planeta, considera que el libro consigue dos elementos que, así vistos, es lógico que atraigan a todo el mundo: la infancia perdida y la Verdad con mayúsculas. “A las culturas herederas de la Ilustración, como la francesa o la española, nos quedó una impronta muy marcada sobre las teorías rusonianas. Rousseau consideraba que el hombre es bueno por naturaleza, es decir, que nace bueno y que, sin embargo, en contacto con la sociedad, su conocimiento innato se mancilla y enturbia”, comenta.
“El pequeño príncipe”, prosigue, “es ese niño rusoniano que todos hemos perdido y que, por supuesto, todos hemos aprendido a anhelar: parece que de sus palabras emana un conocimiento ancestral, nos revela la Verdad que nuestros oídos están preparados para escuchar, esa que desde tiempo inmemorial se ha convertido en la gran búsqueda del hombre. En ese sentido, es una crítica a la sociedad adulta y, por tanto, propone una reflexión sobre los valores sobre los que se asienta cualquier comunidad sólida: la responsabilidad, la amistad, la fraternidad, el amor, la eternidad de las cosas pequeñas, lo superficial como perecedero”.
Según Alain Vircondelet, biógrafo de Saint-Exupéry y autor del recién publicado La verdadera historia de El principito (Roca Editorial), su éxito en una época convulsa como la de los años posteriores a la II Guerra Mundial tiene que ver con la tesis de Gisbert y, desde luego, explica que haya llegado a los lectores de todas las generaciones. “En esos años trágicos”, dice en el libro, “en los que la Historia parece firmar el fin del Hombre, Saint-Exupéry sólo tiene una idea: afirmar la verdad del amor”.
En ese mismo libro se habla de que el personaje es, en el fondo, la combinación de distintos héroes de cuentos de todas las civilizaciones. “La figura de El principito es el fruto casi sincrético de varios niños procedentes de cuentos extraídos de la literatura universal, tanto europea como árabe, por ejemplo, y que también se enriquece con detalles tomados de su entorno”, anota Vircondelet, quien también mantiene que los pasajes donde que el principito cuida a la rosa a la que al principio no hacía caso son una metáfora de su relación con su esposa Consuelo, parte esencial de su vida y de su obra.
ENTRE LA TIERRA Y EL CIELO. En ese mensaje de amor y bondad también ahonda la filóloga de la UNED Alicia Mariño, gran admiradora de este personaje y estudiosa del tema: “Saint-Ex (como lo conocen en Francia) vivió entre la tierra y el cielo. Y en ese lugar etéreo donde flotan los sueños se sitúa El principito. Un cuento filosófico en la línea más depurada de la tradición francesa, un relato metafórico que acoge la alegoría, y donde su autor, escritor/aviador, resucita temas eternos como el amor, la amistad o la muerte. De la mano de la imaginación, las palabras del principito, arropadas por la belleza de la sencillez, adquieren la categoría de preceptos para asegurar una estancia gratificante en el planeta de la vida, que algo tienen que ver con aquel Candide de Voltaire que nos aconsejaba ‘cultivar nuestro jardín’”.
Efectivamente, este relato tiene diversas lecturas. Los más pequeños pueden quedarse en lo superficial, en cómo un sombrero puede ser realmente una boa que se ha comido un elefante, y los mayores ir más allá y entender las metáforas sobre la necesidad de cuidar el planeta y a los seres queridos, lo ridículo que es juzgar a los demás por su aspecto (acordémonos del Astrónomo) o lo importante que es la amistad.
La escritora Espido Freire, que acaba de publicar el libro Hijos del fin del mundo (Imagine Ediciones, Premio Llanes de Viajes), explica cómo ella ha ido enamorándose y descubriendo El principito a lo largo de toda su vida. “El primer fragmento que leí fue el del cordero”, recuerda. “Ni siquiera figuraba en un libro mío, sino en uno de mi hermana. Luego, el libro de lectura incluía otros: el del sabio que había inventado una píldora para la sed, o la escena del principito y la serpiente. Algunos años más tarde lo leí, conmovida, y todavía más años más tarde, un caluroso verano, me encontré en una barbacoa de amigos con una niña inquieta a mi cargo”.
“Desesperada, intenté entretenerla con las malas artes que tantos años de niña y de cuidadora de niña me habían dado”, continúa. “Antes de que me enterara, me encontré dibujándole un cordero dentro de una caja. Sus hermanos se acercaron, cada cual dibujando su cordero, cojo, jovencito, entrañables corderitos trazados sobre la arena del jardín trasero. Así es la literatura: entrañable, dulce, eterna, útil”.
El presentador de televisión y autor de la novela Que sea la última vez que me llamas Reina de la Tele (Martínez Roca) Maxím Huerta, reconoce que no apreció la obra hasta que fue mayor. Actualmente, colecciona ejemplares en varios idiomas.
“Todo el que no quiera perder su infancia debe leer y amar esta historia”, afirma. “El principito es ese libro que te obligan a leer cuando eres pequeño y que no entiendes por mucho simbolismo que le vean los adultos. A los niños no hay que domesticarlos ni hablarles de rosas, de otros planetas, de zorros que hablan…: ellos ya hablan con sus amigos imaginarios, ya sueñan con otros planetas y piensan que son alcanzables”.
Esa capacidad para cautivar que sólo tienen algunos cuentos es algo innegable en El principito y sus dibujos, unos trazos que, según cuentan en el mencionado La verdadera historia de El principito, parecen inspirados en una especie de autorretratos que hizo Consuelo, la mujer (oficial, porque Saint-Exupéry tuvo varias amantes a lo largo de su vida) del escritor y que le sirvieron de inspiración para crear a ese niño con el pelo levantado, con un aspecto intemporal.
Pero como bien coinciden en señalar tanto la editora Raquel Gisbert como la escritora Ángela Vallvey, en el éxito masivo de la obra también influyó la muerte de Saint-Exupéry, en acto de combate durante la II Segunda Guerra Mundial. Su autor era una estrella del momento.
Vallvey, finalista del último Premio Planeta por su Muerte entre poetas, confiesa su envidia por Saint-Exupéry en esta obra en concreto. “Me gusta El principito”, asegura. “Es el tipo de historia que cualquier escritor querría haber firmado: tiene el encanto de la sencillez que oculta una sutil profundidad; de la originalidad, tan escurridiza siempre; y de la universalidad, porque ha atravesado varias épocas de la convulsa historia del siglo XX y la fascinación que despierta continúa intacta en el XXI”.
CURSI Y MONÁRQUICO. Pero no todo el mundo tiene la misma opinión. La crítica que se oye con más frecuencia es la de que Saint Exupéry escribió una versión idealizada de la infancia. El escritor y músico (de Siniestro Total, entre otros proyectos) Julián Hernández pertenece a ese grupo de detractores. “La inocencia de los niños”, comenta, “es una de esas leyendas urbanas que aún quedan por desmontar. A Miró le costó mucho encontrar un lenguaje plástico que muchos consideran fácilmente reproducible por un niño, pero eso es otra falacia. El principito es cursi y monárquico (por lo tanto jerárquico y hereditario). Y Occidente salió de las tinieblas cuando la res publica (la república) se hizo fuerte”.
Julián Hernández siempre ha sido vehemente en sus opiniones… En el otro bando, en el de los que admiran la novela de Saint-Exupéry, milita la secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín. Escuchándola, parece claro que la ambigüedad y ese carácter sugerente, de oráculo, que tiene todo libro metafórico se dan en esta obra más que en ninguna.
“De El principito recuerdo su recorrido por varios planetas, conversando con diversos personajes absurdos a los ojos de una niña”, explica. “Especialmente, su encuentro con el hombre de negocios, empeñado en contar ‘cositas que brillan’ para que fueran de su propiedad y poder seguir comprando más si conseguía venderlas. Lo que contaba eran estrellas. ‘Las personas grandes son muy extrañas’, concluía el pequeño príncipe. ¡Hay tantas ocasiones en las que recuerdo ésa y otras lecciones del delicioso principito!”.
APOYOS
MAXIM HUERTA. Periodista. Utiel (Valencia), 1971. “Es ese libro que te obligan a leer cuando eres pequeño y que no entiendes por mucho simbolismo que le vean los adultos. Pero todo el que no quiera perder su infancia debe leer y amar esta historia”.
ESPIDO FREIRE. Escritora. Bilbao, 1974. “El primer fragmento que leí fue el del cordero. Años más tarde, un caluroso verano, me encontré en una barbacoa de amigos con una niña inquieta a mi cargo. Antes de que me enterara me encontré dibujándole un cordero dentro de una caja”.
ÁNGELA VALLVEY. Escritora. San Lorenzo de Calatrava (Ciudad Real), 1970 . “Es el tipo de historia que cualquier escritor querría haber firmado: tiene el encanto de la sencillez que oculta una sutil profundidad; de la originalidad, y de la universalidad. Ha atravesado el convulso siglo XX y la fascinación que despierta continúa intacta en el XXI”.
…Y ALGUNAS CURIOSIDADES:
-La Oreja de Van Gogh tomó de esta obra la frase “Lo que hace bello al desierto es que guarda agua en su interior”, de su canción Dicen que dicen.
-Richard Burton ganó un Grammy en 1974 por la grabación de un disco como narrador de El principito.
-En el capítulo 5 de la cuarta temporada de Perdidos, hay referencias a El principito que sólo los estudiosos de la serie han captado.
-Hay un museo dedicado al libro en Hakone (Japón).
-El cantante británico Morrisey sale leyendo el libro en el vídeo de su canción Suedehead.
-Los coleccionistas no se ponen de acuerdo sobre el número exacto, pero se sabe que el libro se ha traducido a más de 180 lenguas y dialectos.
-En 2005 se tradujo al toba, una lengua indígena argentina. Es el único libro que se ha traducido a ese idioma después de la Biblia.
LAS “PRINCESITAS” DE SAINT-EXUPÉRY… A pesar de estar casado, Antoine de Saint-Exupéry mantuvo relaciones con muchas mujeres, desde simples amigas a amantes conocidas por su esposa. Algunas tuvieron su importancia en la génesis de El principito.
-Consuelo de Saint-Exupéry. Artista salvadoreña con quien el escritor se casó en 1931. Mantuvieron una relación tormentosa, pero ella es la rosa de la que dice el pequeño príncipe: “¡No supe adivinar la ternura que ocultaban sus pobres astucias! ¡Son tan contradictorias las flores! Pero yo era demasiado joven para saber amarla”.
-Annabella. Actriz y esposa de Tyrone Power. Se conocieron en 1935, en el rodaje de una película de la que el escritor fue guionista. Durante la escritura de El principito, Saint-Exupéry la telefoneaba constantemente para leerle cada nuevo capítulo.
-Hedda Sterne. Pintora de origen rumano a la que conoció en Nueva York. También escuchó por teléfono páginas y páginas del libro. Presumió de ser quien empujó a Saint-Exupéry a ilustrar él mismo el libro, un mérito que también pretenden anotarse muchas otras personas del entorno del francés.
-Silvia Hamilton. Joven y atractiva periodista a cuyos encantos sucumbió el escritor, entre otras razones, por sus maternales cuidados. En su casa completó buena parte del libro.

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